Que no sirva de precedente. Voy a contarte que hoy amanecí pequeño, más de lo habitual. Como respirando mi canción: "Hazme una foto y verás que no soy nada del otro mundo / no me levanto del suelo / soy un cúmulo de miedos / y fácilmente me asusto / Hazme el amor y verás / que hasta en lo de practicar / sexo seguro / si he de decir la verdad / no me entiendas mal / pero hasta en eso dudo..." Tan menor como el tercer acorde de esta canción. Así que he pasado las primeras horas del día buscando la manera de explicarte cómo me sentía. Pero hoy los pensamientos, las musas, las palabras, están demasiado arriba, y yo, pequeño, no llego. Así que voy a hacer como el cartero con Pablo Neruda, voy a robarle los versos a otro para explicar lo mío. Y si el autor me cuestiona, volveré a recurrir al cartero, cuando le dice a Neruda aquello de "la poesía no es de quién la escribe, es de quién la necesita".
Y a quien me acuse de plagio le diré que sí, que los vulgares copian pero que los genios plagian, porque copian mejor.
Ahí va. Darío Jaramillo, poeta colombiano. Del tan recomendable libro "Aunque es de noche".
"Primero está la soledad.
En las entrañas y en el centro del alma:
ésta es la esencia, el dato básico, la única certeza;
que solamente tu respiración te acompaña,
que siempre bailarás con tu sombra,
que esa tiniebla eres tú.
Tu corazón, ese fruto perplejo, no tiene que agriarse
con tu sino solitario;
déjalo esperar sin esperanza
que el amor es un regalo que algún día llega por sí solo.
Pero primero está la soledad,
y tú estás solo,
tú estás solo con tu pecado original -contigo mismo-.
Acaso una noche, a las nueve,
aparece el amor y todo estalla y algo se ilumina
dentro de ti,
y te vuelves otro, menos amargo, más dichoso;
pero no olvides, especialmente entonces,
cuando llegue el amor y te calcine,
que primero y siempre está tu soledad
y luego nada
y después, si ha de llegar, está el amor."