Monday, January 19, 2009

Lo que la primavera le hace a los cerezos

La mañana te pasaba lenta en una de esas interminables y aburridas reuniones de trabajo. En ese momento cogiste el móvil y me pediste auxilio. Yo te respondí. "Mira por la ventana, ¿me ves sentado en la nube? He venido a buscarte; excúsate, sal volando, huye conmigo. Esta mañana es mejor donde yo te llevo." Y entonces lo dije: "Quiero hacer contigo lo que hace la primavera con los cerezos".

Así se lo dice Atilio a su amada en "El Tigre y la Nieve", ya sabes que es una de mis películas favoritas. Excéntrico y poeta, Atilio le roba el verso a Pablo Neruda. Es el poema nº14 de su "20 poemas de amor y una canción desesperada". Pero es lo que pasa en el "Cartero y Pablo Neruda", "la poesía no es de quién la escribe, es de quién la necesita". ¿Cuántas veces hemos repetido esta frase?Así que va de hurtos. El cartero y Atilio a Neruda, yo a Atilio. Y tú luego me las robas a mí, ¿apostamos? : )

Te lo repito pequeñaja: "Quiero hacer contigo lo que hace la primavera con los cerezos". Y, ¿qué les hace? Los hace florecer, les inyecta la vida, les despierta del letargo del invierno, de los días de otoño, les reinventa, les hace el amor. La primavera necesita del cerezo tanto como el cerezo de la primavera. Amores recíprocamente perfectos, únicos e irrepetibles.

Friday, January 09, 2009

Yo quiero...



No me gusta colgar aquí mis canciones. Pero hoy voy a hacer una excepción.
Dicen que las canciones las acaba de escribir quién las escucha, porque se las adueña, las hace suyas y se las aplica a su vida, a sus circunstancias; para cada uno la misma frase tiene distinto significado. Y ahí está la magia.
Sirva de paso para cumplir algún trato pendiente.

Hoy quería recordar lo que yo quiero hacer en esta vida. Y aquí lo explico.


Las manos del viento
me guardan los sueños
que encuentro en tus ojos
perdidos, sin dueño

y a veces quisiera
contarte uno de ellos
ya sé que te gusta
escuchar lo que invento

he venido tan sólo a decirte
una cosa tan simple
que ya ni me acuerdo
debe ser que de tanto pensarlo
la he descuidado
entre mis pensamientos

la verdad, para serte sincero,
no sé si lo ha dicho alguien primero
nunca he sido muy original
en esto de hablar sobre mis sentimientos

que yo quiero trenzar huracanes en tu espalda
quiero descubrir a qué saben tus madrugadas
quédate a dormir, escoge un lado de la cama
y una vez aquí, ya veremos lo que hacemos
por debajo de las sábanas
yo quiero ser contigo la parte de la balanza
que equilibra el mundo: tantos besos por tantas balas
hazme el amor como venganza
por tanto sueño herido, por tanta muerte vana

que yo quiero trenzar huracanes en tu espalda
desde la primera fibra de mi cuerpo
hasta la última nube de mi alma


David López Aranda

Thursday, January 01, 2009

Primavera



Yo también sufro tu misma dolencia: no quiero dormirme. Odio el momento en el que mi sien golpea contra la almohada y mis ojos van poco a poco apagándose. No soporto esa despedida cotidiana, ese adiós a la cordura que cada noche protagonizo. Cerrar la luz es cerrar también, por defunción o cansancio, la parte racional de mi. Y es que justo en ese instante, no sé de qué manera infame, me invaden los fantasmas que llevo escondidos dentro. Y me golpean el corazón contra las costillas. Y me desguazan el alma y el estómago. Y deliberan de nuevo sobre aquello que anoche, en el momento de acostarme, ya dejé visto para sentencia. Es ahí cuando despierto encharcado en sudor y lágrimas, deshecho y diminuto. Y es entonces cuando reviso el manual de supervivencia de todo ser humano y Benedetti me recuerda, brillante y oportuno, que “el olvido está lleno de memoria” y que eso “no es victoria, sobre el mal ni sobre nada”, porque, sentencia el poeta, “no olvida quién finge olvido, olvida quién puede olvidar”. Es ahí cuando me prometo que mañana no volveré a dormirme.

Has escogido enrolarte en el bando vencido, en el batallón de los perdedores. Tu vida será, hoy y siempre, una montaña rusa de emociones. Prepárate para entender que nadie como tú sentirá el calor de estar enamorada, y que pocos comprenderán que ese mismo sentimiento te desaloje por dentro, sin aviso ni orden judicial. Ya es hora que sepas que no existen ventanillas donde poder reclamar. Que el último trago siempre es amargo y quizá por eso te sepa tan dulce la próxima copa. Pequeña bambina, somos el bando vencido, pero no hay guerra ni mal que cien años dure. Así que abre bien tus ojos y pon alerta tus sentidos, porque desde tus cuarteles de invierno ya se oye, acercándose de nuevo, inundándolo todo con su perfume de rosas y margaritas, para ti en exclusiva: la primavera.

Bon any i Bon vent.