Thursday, January 25, 2007

Corazones de juguete



Estos días son así: un ir y venir. Un carrusel de labios ardiendo, de pretextos, de promesas de una noche. De corazones de juguete que no duran, malas falsificaciones, corazones a pilas. Detesto esa sensación que nos quieren transmitir de que nos perdemos algo anclados en un puerto fijo. Seguramente tratan de que tengamos muchas relaciones porque eso, de alguna manera, eleva el consumo. Desde que Piko y Pala lo dejaron, después de seis años saliendo juntos y tres con una pastilla, ella ha comprado más preservativos que la carroza más gay de la fiesta del orgullo gay el último año. Durex debe estar agradecido. Sus ventas suben.
Además otro dato. Un estudio ficticio afirma que el 70% de los enamorados cuando inician una nueva relación tienden a regalar las mismas cosas que ya regalaron en su noviazgo anterior. Somos así de originales. Y las empresas lo saben.
Es triste que esta sociedad esté así montada. Que los romances estén condenados.
Ya te lo dije la otra noche, mientras Barcelona miraba por la ventana y tú y yo nos hacíamos el amor: no quiero consuelo. Con el suelo no quiero tratos.

En estos días en que todo es ir y venir
dime si quieres compañera mía
quedarte conmigo aquí
aquí donde las flores crecen y luegon mueren
aquí donde, te advierto, las cosas duelen
no voy a darte un jardín de plástico verde
yo te doy mi corazón pá que lo riegues

En estos días en que los labios van ardiendo
de boca en boca buscando sólo pretextos
dime si quieres los míos para siempre
yo te los presto por una vida si no me mientes

que en estos días anda la policía buscando delincuentes
que trafican con corazones de juguete

que en estos días anda la policía buscando delincuentes
que trafican con corazones de juguete

Monday, January 08, 2007

Un beso con vistas


Otra vez me cuesta dormir. Te he mentido y te he dicho que me quedaba en mi puesto, vigilando la noche, para que nada estropee tu sueño... No me gusta mentirte ni en eso. No se puede contar la arena del mar, no sé llenar los desiertos.
Hay dos tipos de personas: las que al besar cierran los ojos y las que los mantienen abiertos. Siempre fuimos de los segundos, no sé si por elección o por azar. Pero el caso es que somos así, o al menos lo éramos, cuando éramos. Siempre tuvimos esa perspectiva más de nosotros mismos.
Había pasado algún tiempo desde la última vez. Obviaré lo que hablamos, lo que nos dijimos. Sólo recuerdo que al llegar la despedida nos abrazamos. Como si en ese justo momento nuestros cuerpos hubieran querido callarnos, como si nos tomaran el relevo en la conversación, como queriendo reivindicarse. Decidieron que ellos sí se echaban de menos, y nos mantuvieron en silencio, ahí, abrazados, con la ciudad de fondo, durante un instante lento. Entonces, sin despegarnos del todo, sentimos el calor de nuestros labios llamándose a gritos, reclamándose de nuevo, como en aquellos días, como en aquellos sueños... y nosotros, permisivos, les dejamos hacer... Luego me preguntaste, como si la iniciativa hubiera sido mía, y yo te lo dije, acercándome a tu oído: quería recordar cómo eran tus ojos desde aquí, cómo era tu mirada vista desde uno de tus besos.

5:19 (a las 11 hay clase)