Thursday, January 01, 2009

Primavera



Yo también sufro tu misma dolencia: no quiero dormirme. Odio el momento en el que mi sien golpea contra la almohada y mis ojos van poco a poco apagándose. No soporto esa despedida cotidiana, ese adiós a la cordura que cada noche protagonizo. Cerrar la luz es cerrar también, por defunción o cansancio, la parte racional de mi. Y es que justo en ese instante, no sé de qué manera infame, me invaden los fantasmas que llevo escondidos dentro. Y me golpean el corazón contra las costillas. Y me desguazan el alma y el estómago. Y deliberan de nuevo sobre aquello que anoche, en el momento de acostarme, ya dejé visto para sentencia. Es ahí cuando despierto encharcado en sudor y lágrimas, deshecho y diminuto. Y es entonces cuando reviso el manual de supervivencia de todo ser humano y Benedetti me recuerda, brillante y oportuno, que “el olvido está lleno de memoria” y que eso “no es victoria, sobre el mal ni sobre nada”, porque, sentencia el poeta, “no olvida quién finge olvido, olvida quién puede olvidar”. Es ahí cuando me prometo que mañana no volveré a dormirme.

Has escogido enrolarte en el bando vencido, en el batallón de los perdedores. Tu vida será, hoy y siempre, una montaña rusa de emociones. Prepárate para entender que nadie como tú sentirá el calor de estar enamorada, y que pocos comprenderán que ese mismo sentimiento te desaloje por dentro, sin aviso ni orden judicial. Ya es hora que sepas que no existen ventanillas donde poder reclamar. Que el último trago siempre es amargo y quizá por eso te sepa tan dulce la próxima copa. Pequeña bambina, somos el bando vencido, pero no hay guerra ni mal que cien años dure. Así que abre bien tus ojos y pon alerta tus sentidos, porque desde tus cuarteles de invierno ya se oye, acercándose de nuevo, inundándolo todo con su perfume de rosas y margaritas, para ti en exclusiva: la primavera.

Bon any i Bon vent.